La fotografía ha sido siempre mi forma de mirar el mundo, de entenderlo y de conectar con las personas. No busco perfección, busco verdad.
Creo profundamente en la fotografía como forma de vida, no solo como un trabajo. Me inspiran los momentos cotidianos que muchas veces pasan desapercibidos: una mirada fugaz, una caricia distraída, una luz suave al atardecer. Para mí, ahí es donde reside la verdadera belleza.
No busco imágenes forzadas, sino honestas, vivas, con alma. Fotografiar no es hacer clic, es sentir, esperar y conectar. Por eso, cada sesión es una experiencia única, cargada de sensibilidad y respeto por la historia que tengo delante.
Mi forma de trabajar se basa en la conexión con las personas. No concibo una sesión sin antes haber escuchado, compartido y comprendido lo que esperan de mí. Me gusta crear un ambiente tranquilo, donde te sientas libre de ser tú mismo.
No doy órdenes, acompaño. No busco la pose perfecta, sino el instante real. La confianza es la clave para que todo fluya. Cuanto más cómodos estemos, más auténticas serán las imágenes que capturemos juntos. Así es como nacen los recuerdos verdaderos.
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